10.9.03

Me cansé de estudiar. No sólo que no entiendo un pomo sino que estoy tan enamorada que no me puedo concentrar.
La otra noche salimos con los panchos y es verdad: Flop pagó todas las birras y las pizzas hasta que le alcanzó la guita. Después nos fuimos a jugar un winazo a lo de Demo que tiene Plaistation, pero como el viejo estaba de malhumor nos rajó pronto.
El granito se me curó. Ya estoy hermosa de nuevo y la semana que viene voy a poner algunas fotos.
Estoy posteando algo porque me sentí obligada, pero la verdad es que no sé que mierda contar.
Ahora que banié al que me molestaba, ya casi no viene ni el loro, así que no estoy muy estimulada. Yo pensaba que pronto me haría famosa, como Luc, que con un post de mierdita consiguió montón de comentarios y repercusiones por todos lados.
Pero se ve que no es fácil.
Un día de estos actualizo los links, pero antes tengo que solucionar el problema de los archivos que no se porque carajo, si está todo bien, siguen sin aparecer.
Seguramente voy a tener que cambiar todo el diseño, porque ya probé muchas cosas y nada sirve.
Y ahora no tengo ganas.
Estoy tan enamorada que no puedo hacer otra cosa más que seguir así.

Hoy voy a publicar un poema de Aldito que es una de las mejores obras contemporáneas que yo he leido.

Muerte en el baño de la estación

Ahí estaba yo,
en el baño público de la estación
meando como loco
después de haber trabajado doce horas en el puerto
sin parar ni para echarme un pedo al viento.

Esos hijos de puta te esclavizan,
te meten el dedo en el orto y escarban hasta sacarte
la última porción de mierda.

Pero bueno,
ahí estaba yo, con el chipote en ristre
tratando de ahogar una cucaracha que se debatía
entre mi potente chorro de meo
y las bolitas de naftalina.

¿Cómo mierda llegó esa cucaracha al meadero?
No sé.
Es uno de esos misterios que te esperan
en los baños públicos de las estaciones.

Y estaba yo muy entretenido
en ese menester,
cuando noté algo extraño a mi izquierda.
Algo como una mirada insistente,
como una respiración entrecortada
y el delicado susurro de una lengua mojando unos labios
resecos de deseo.

Levanté la mirada y lo ví.
Un puto del orto estaba observando mi verga
totalmente extasiado.

- ¿Te gusta? - le pregunté y sin esperar su respuesta, apunté mi aparato hacia
su mano.

El trolo la agarró y comenzó a meneármela,
le agarré la cabeza y lo empujé sin delicadeza
hasta que su boca se hizo cargo.

Y me la chupó el hijo de puta mal nacido,
se la metió en la boca como si fuera un caramelo.
Arrodillado en el piso meado
iba y venía con la boca llena de mi verga,
y gemía y se calentaba el muy puto
y la cucaracha tomó aire al verse libre de la lluvia dorada
que la satirizaba.
Patinaban sus patitas en la pulida superficie
y el puto mamaba y mamaba.

Entonces la saqué
y vi su boca abierta como pidiendo más.

-¿Querés la leche hijo de puta? - le pregunté agarrándolo de los pelos.

Él asintió con los ojos cerrados y relamiéndose los labios.

Entonces le agarré la cabeza con las dos manos
y se la metí en el mingitorio,
y lo empujé con fuerza.

Me pareció escuchar un grito ahogado.
Y lo apreté con más fuerza,
paladeando sus espasmos.

Hasta que se quedó quieto.
Entonces le acabé en la espalda,
lo bañé con la leche que tanto había ansiado.

Y lo dejé caer sobre el suelo meado y enlechado.

Creo que estaba muerto.

Antes de irme miré atentamente el mingitorio
pero la cucaracha ya no estaba.

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